Flechada

¿Cuántas veces hemos oído hablar del amor? De pequeñas nos hablaban de príncipes azules, montados en caballos blancos que un día vendrían a salvarnos... En las películas y la televisión conocimos el amor-odio, los celos, los amores no correspondidos y las influencias de cupido... Y justo cuando pensamos que somos expertas en cuanto de romance se trata... nos enamoramos.
Nos enamoramos y descubrimos que todo el romanticismo que nos presentaron el cine y los cuentos no es ni dos tercios el amor. Descubrimos que es un sentimiento tres mil veces más hermoso, y a la vez más amargo, que imaginábamos.
De pronto, sentimos que nuestra vida está incompleta sin la persona que amamos, nos sentimos distraídas, como encantadas por un hechizo hasta entonces desconocido. Nos ponemos a escribir, a pintar, y sobre todo a pensar en esa persona... Todo lo que vemos lo relacionamos con lo mismo: Nuestra persona amada.
Sin embargo, por más de que siempre pinten al amor tan rosado, a veces puede ser tan negro que no podamos soportarlo. Puede causarnos confusión, destruir nuestras amistades, hacernos cometer errores, condenarnos a una vida llena de tristeza... Hay que aprender a convivir con el amor.
Además sufrimos del problema de que últimamente se degenera mucho el amor, en lugar de tratarlo con el respeto que se debe, se toma el amor como algo pasajero e inestable, como una sencilla diversión, ¡cuando no es así!
El amor es una de las pocas cosas mágicas de este mundo, no importa lo que pase, y puede traerte muchas sorpresas y alegrías, sin importar mucho de cómo eres físicamente. Sólo debes creer en él.